lunes, 10 de marzo de 2014

Continuando...

En la entrada anterior describía, de alguna manera y brevemente, mi experiencia al asistir a un evento sobre el manejo del fallecimiento de un ser querido y el duelo.

Bueno, comparto ahora que mi abuela, a la que cuidaba diariamente en conjunto con otros miembros de mi familia, "descansa en paz" desde principios del mes de octubre del año pasado. Poco había escuchado, pero ciertamente tenía el conocimiento por otros cercanos sobre que cuando los seres queridos recién mueren, transmiten paz con su cuerpo. Me tocó en esa fecha a mí dar la noticia, yo era "la del turno" en la práctica de rutina alrededor de la hora... llegábamos todos de una salida. Ella parecía que no había sufrido dolor...

Durante estos meses he continuado dedicándome a la investigación en pro del reconocimiento de los cuidadores familiares. Al mismo tiempo, estoy de nuevo esperando que un organismo gubernamental apruebe el financiamiento de un proyecto y me estoy preparando para estudiar un programa de doctorado.

Me encantaría un día saber que cada ley vigente se acompaña de su reglamento; que todas las instituciones públicas que por obligación tienen que operativizar programas para adultos mayores y sus familiares, cuenten con un método de sistematización del perfil de los beneficiarios de sus servicios (que el apoyo se brinde no sólo porque se junten reportes de quejas, o porque es época de campaña electoral, o porque es por "el buen corazón" de una autoridad si se acerca ocasionalmente algún dependiente o cuidador con la necesidad no descrita en un manual que se desarrolló sin fundamento). Sin embargo, el apoyo no debe ser exclusivo del gobierno y de los organismos privados, hay que fomentar la solidaridad intergeneracional en el hogar y la sana convivencia entre los vecinos. La salud es un derecho humano.